Valdemoro -03/05/2025- Toros de Baltasar Iban y Los Eulogios para Daniel Crespo, Francisco Montero y Jorge Molina

El cartel...


Así fue la tarde...

Cuando el milagro de la tauromaquia cobra sentido.

Anacrónica, a pesar de la buena salud de la que dice gozar actualmente, la tauromaquia nació por y para el toro y no ha sido sino, ese animal bravo que afronta las adversidades como ningún otro, lo que la ha hecho persistir a lo largo de la historia.

A veces cruel, otras tantas incomprendida, la duda desaparece cuando un toro se arranca de largo al caballo en busca del segundo castigo, cuando galopa en busca de la muleta, arrastrando el hocico, como si de una presa se tratase o cuando, incluso, osa a resistirse a una sentencia de muerte.

La tarde de hoy, en Valdemoro, por suerte tanto para quienes hemos colgado el "no hay billetes" en la plaza de toros de esta localidad del sur madrileño, como para quienes la han disfrutado por Telemadrid, ha hecho honor a todo ello, haciendo cobrar sentido al milagro de la tauromaquia.

Becadito, Repudiado, Provechoso, Camarito, Provechoso y Pastueño, fueron criados por los Herederos de D. José Luis Moratiel Iban y D. Manuel Sanz y herrados a fuego con los hierros de las ganaderías de Baltasar Iban y Manuel Sanz. Hoy, tras cuatro años esfuerzo y dedicación a su cría, además de otros tantos a su selección, han hecho honor a la bravura, protagonizando una tarde para el recuerdo.

Una fuerte ovación en su arrastre, para todos y cada uno de ellos, dio sentido a su vida, y a su muerte, pero fueron tanto Repudiado como el primero de los Provechosos, quienes tuvieron el honor de despedirse con una vuelta al ruedo que, en el caso de los de Iban, bien podría haber merecido cualquiera de sus hermanos.

Manuel Sanz lidió un serio encierro, armónico y bien hecho, del que sobresalía un precioso -por bien hecho- toro colorado que, a la postre, hizo valer "el cuento de las hechuras". 

Con el primero, quizá el toro de menos nota de la corrida, aunque notable cuanto menos, estuvo correcto un Daniel Crespo que no terminó de ceñirse ni encontrarle la distancia justa. A pesar de ello, un espadazo algo caído, fue suficiente para cortarle una oreja.

Al segundo, ese noble, bravo, bonito y colorado, que cayó en manos de Francisco Montero, le rebosaron los buenos atributos. Repitió en una muleta complicada como es la de el torero gaditano, acostumbrado a preocuparse por conectar más con el tendido que con el toro. Llegó la faena a su punto álgido por el izquierdo, con una buena tanda al natural no solo con transmisión sino también con mucho gusto. Revolcón, estocada entera y dos orejas.

Cerró plaza otro toro importante, de esos que plantean dudas en cuanto a su durabilidad en los primeros tercios, pero que tras un paso poco exigente en el caballo, sacó a relucir un fondo de bravura que posibilitó la faena con más fundamento de la tarde. Jorge Molina, asentado y con buen gusto, trazó naturales de gran nivel, que dieron lugar a importantes tandas que, por desgracia, no siempre fueron perfectas. Una estocada caída fue suficiente para cortarle una oreja.


De los de Baltasar Iban, serios y parejos, fieles a sus hechuras habituales, destacó, a grandes rasgos, el tercero por su clase y ritmo, el cuarto por su casta y, el quinto, además de por sus tres puyazos, por su transmisión. Ambos tres, dejaron detalles en su paso por el caballo.

Provechoso, que cayó en manos de Jorge Molina, fue un toro de embestida poderosa en los primeros muletazos, pero que permitía parar el tiempo a medida que las tandas se alargaban. Con la cara por los suelos y rebosando en la muleta, repitió cuantas veces lo demandó el toledano, que a pesar de no llegar a cuajarlo, nos lo mostró. Tarea ardua para estos toros. Tras una estocada caída, le cortó las dos orejas.

No corrieron la misma suerte Camarito y Provechoso, dos toros sobrados de casta, esa que rebosa en este hierro madrileño y tanto demanda a quienes se miden a el. El ambiente festivo tapó algunas de las carencias que, en otras plazas, bien podrían haberse puesto en contra de los matadores, pero la sobrada transmisión y energía que derrocharon ambos hermanos, sumada a la innegable disposición de Crespo y Montero tuvieron eco en los tendidos. Esto, además de una espada baja, valieron a Daniel Crespo para cortar una oreja. Francisco Montero, sobrepasado aunque siempre conectado con el publico, vio como sus opciones de triunfo se escapaban tras atascarse con la espada.

Terna y mayorales se marcharon en volandas.



El oasis de felicidad que ha supuesto la tarde de hoy no debe pasar por alto situaciones vividas en los tendidos, como las protestas cada vez que un toro acudía a su encuentro con el caballo o incluso la bronca a un Francisco Montero que tuvo a bien colocar tres varas al quinto de tarde, acto que solo una pequeña minoría agradeció al gaditano. Quizá, la bravura de ese Iban, les haya enseñado lo que hace diferente a este animal. Lo que engrandece la fiesta. El por qué, a día de hoy, seguimos aquí.

Mi más sincera enhorabuena a todos y cada uno de quienes han formado parte, de una u otra forma, en la tarde de hoy. Enhorabuena y gracias por brindarnos, quién sabe, la tarde del año.




Comentarios

Entradas populares