Damián Castaño se entrega en Colmenar Viejo
Acostumbrado a las llamadas "corridas duras", Damián Castaño no dudó en corresponder la invitación de la joven y reivindicativa Asociación Taurina Cultural Toros de la Tierra, de Colmenar Viejo.
De esta forma, y a las 20:00, formaba mesa junto a Pedro Moreno , presidente de la Asociación, y Fran Hernando, tesorero de la misma, para dar comienzo a lo que a la postre sería una gran "tarde de toros".
Haciendo honor a su nombre, la primera de las tres tertulias del ciclo "Hablemos de toros en otoño", nos aislaba de una desapacible tarde en uno de los salones del Gran Hostal y allí, en un ambiente distendido y ameno, conocimos muchas de las anécdotas del torero salmantino.
Damián dedicó tiempo a sus comienzos. Aquellos años en que, con apenas ocho años, recorría España de punta a punta acompañando a su hermano Javier, formando parte de la cuadrilla como uno más, pero causando los estragos propios de un chiquillo de su edad. Un chiquillo que, por otra parte, ya tenía claro que quería vestirse de luces.
Tiempo hubo, también, para recordar el ansia de triunfo que marcó su época de novillero, así como sus primeros años como matador de toros. Esa necesidad de cortar orejas que terminaban por cegar a un torero que no llegaba a expresarse. Y todo ello ante la atenta mirada de Juan Carlos Rey, compañero de terna el día en que se presentaba en Madrid como novillero y hacia el que tuvo preciosas palabras.
Ya en faena, habló de la Plaza de Toros de Cenicientos como la más importante de su carrera. Sorprendiéndose incluso de la gran trascendencia que tuvo su triunfo del pasado año. Muchos han sido los años de pelea, destacando aquella tarde en Tafalla, que recuerda como la más difícil de su carrera, ante un imposible Saltillo. Repasó las dos tardes de Madrid, acordándose de "Mochuelo", de Valdellán, como un toro que le permitió expresar su concepto, pero también de la tarde de El Pilar, una tarde complicada de la que no guarda buen recuerdo y que todavía hoy ronda en su cabeza. Y por supuesto Bilbao, esa Bilbao a la que dio todo, y cuya actuación espera que repercuta para el año próximo.
Hubo tiempo para un sinfín de preguntas, que el público realizó sin discreción y el respondió de buen gusto.
Aceptó las criticas por su última tarde en Madrid, asegurando que siempre ha preferido rodearse de quienes le dicen las cosas tal y como son. Acogió con agrado los halagos por entender la fiesta como lo hace, a lo que aseguro sentirse un privilegiado por torear tanta diversidad, estando convencido de que ese era su camino.
A las ya recurrentes preguntas sobre el sistema o el afeitado las lidió sin problemas, asegurando que toreros como el están dispuestos a matar lo que sea, cuando sea y donde sea. Aseguró haber echado de menos Cenicientos, lamentado que fuesen desavenencias políticas las que le separasen de una plaza tan especial para él. Halagó el valor del Club Taurino 3 Puyazos, aseguró estar enamorado del sistema francés y haberse sorprendido mucho de la fiesta al otro lado del charco, donde el término "fiesta" cobra sentido dejando de lado lo que sucede en el ruedo en muchos momentos.
Por supuesto, también se dedicó tiempo a mirar al futuro, para asegurar que sigue entrenando día y tarde. Aseguró darle vueltas y repasar videos a cada instante y que ante todo, se siente un aficionado al mundo del toro. Y por último hico referencia a las grandes expectativas que tiene puestas en un año para el que ya ha descolgado el teléfono. Un 2024 ilusionante.
La Asociación, por su parte, remató la faena haciéndole entrega de una placa, agradeciéndole la asistencia, expresándole las ganas que tenemos de disfrutarle en Colmenar Viejo y emplazando a los asistentes para la segunda tertulia, que se celebrará mañana sábado, a las 20:00, junto al periodista taurino Alejandro Martínez.
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