Colmenar no se muere, ¡LA ESTÁN MATANDO!
Me dicen los de la sombra que, “yo que voy mucho a los toros, ya se como es esto”. “Que siempre ha habido tardes buenas y tardes peores”.
Y yo, que voy mucho a los toros, les explico que, por desgracia, hay tardes sentenciadas mucho antes de que suenen los clarines y timbales.
Pública Mundotoro que, hoy, en un cartel de máxima expectación, movido del lunes al domingo con la intención de registrar una mejor entrada, se han llenado la mitad de las localidades.
Y yo, que tengo ojos, os cuento que la empresa no ha conseguido ocupar siquiera un tercio de las mismas. Y sino, cuando se echen las cuentas, me lo contáis. Acordaos, eso si, de descontar los 140.000€ con que el Ayuntamiento ha financiado esta feria.
Difama Cultoro que, “la corrida de Montalvo y un sector del tendido se cargan el espectáculo en la segunda de feria”.
Y yo, que me gusta reflejar por aquí lo que vivo y siento, os cuento:
Preocupados por si la báscula funcionaba correctamente, los asistentes al apartado de los toros no solo dejaron pasar una corrida infame para la segunda de feria en Colmenar Viejo, sino que, obviaron, que era de Montalvo. -Y para hoy, Cuvillos-. Y es que fue ahí, en el momento en que a Carlos Zuñiga se le ocurre presentar dos de las ganaderías con peores resultados en la actualidad, cuando la feria quedó vista para sentencia.
El resultado no fue, sino, lo esperado para cualquier aficionado que “vaya mucho a los toros”. Un desfile de ejemplares desrrazados, moribundos, que siquiera el sectarismo de los medios taurinos es capaz de encubrir. Los que no se rajaron, dieron claros síntomas de invalidez, obviados por el Presidente, dando motivos suficientes para que los tendidos (más de uno a diferencia de tardes anteriores como quieren hacernos creer), reclamasen lo suyo, que no es ni más ni menos que un toro bravo.
A todas estas cualidades debemos sumarle una evidente falta de fuerzas, que, en conjunción con el resto de atributos, imposibilitó cualquier tipo de batalla o lucimiento.
El resultado fueron cuatro broncas, por no decir seis -pues los tendidos pusieron en cuarentena la disposición y saber estar de Daniel Luque- que tomaron mayor fuerza a medida que la vergüenza de los matadores disminuía. Dos de los momentos álgidos llegaron a la muerte del primero y sexto, que fueron sentenciados con el descabello ante la impasibilidad de dos matadores de toros incapaces de meterles la espada.
Profesionales y taurinos callaron, esta vez si, ante una total falta de respeto al toro y la afición colmenareña, convirtiéndose una vez más, desde allí donde el sol no pega o las entradas no cuestan, en cómplices de esta crónica de una muerte anunciada.


Comentarios
Publicar un comentario