La Ventas -03/10/2024- Novillos de Fuente Ymbro para Valentín Hoyos, Nek Romero y Alejandro Chicharro
El cartel...
Así fue la tarde...
Con una tarde tan gris como si de
una sinopsis perfecta de la temporada se tratase, Madrid puso, en la tarde de
ayer, punto y aparte a sus novilladas.
Acudió Ricardo Gallardo a su cita
anual con el serial otoñal habiendo reseñado una seria, aunque dispar
novillada. Los hubo de todos los tamaños, encornaduras, hechuras y
comportamientos, debiendo volver a resaltarse que, cuanto menos, se prestó para
el triunfo, eso sí, con una dosis más de sosería de la que acostumbra.
Quizá parte de culpa de esa falta
de chispa, la traía consigo una terna que, a pesar de anunciarse como tres
“mandones” del panorama, no cumplió con las expectativas de un público que ocupó
más de 16.000 localidades.
Y es que las buenas sensaciones
demostradas por Valentín Hoyos en sus dos tardes madrileñas esta temporada,
quedaron en eso, sensaciones. Por su parte, la valía de quien tomará la
alternativa en apenas una semana y portará el cetro de la afición valenciana,
volvió a sembrar la duda, no terminando de calar alejado de la ciudad del
Turia. Por último, el gallo de los novilleros, aquel que por el mes de mayo
embelesase a la afición madrileña y ha triunfado en todas y cada una de las
plazas que ha visitado esta temporada, falló.
Tan pedante podría hacerse este
resumen como una tarde que se alargó dos horas y media, en la que se escucharon
hasta 7 avisos 7, en parte por los muchos sainetes que se vivieron
con la espada, y que volvió a contar con un pésimo nivel a lomos de los
caballos, pero no es la idea.
Nos quedamos, por tanto y para
bien, con el gran quite por gaoneras que recitó Alejandro Chicharro al segundo
de la tarde, así como el atisbo de competencia que dejaron entrever los muchos
quites que se sucedieron a lo largo de la tarde. Destacó, en los palos, la
labor de Víctor del Pozo, así como la cuadrilla al completo de Chicharro
(Raul Ruiz “Cachorro”, Juan Carlos Rey y Jesús Robledo “Tito”), que puso la
plaza en pie tras la lidia del sexto, en la que Juan Carlos Rey firmó su
candidatura a uno de los pares del año -la de uno de los banderilleros, hace ya
tiempo que la presentó-.
Menester es, rematar estas líneas
dedicando unas palabras a la labor de a quien ya se las dedicase en pasado 1 de
mayo. Y es que, si en su momento me alegraba y trataba personalmente la primera
puerta grande de Alejandro Chicharro en la Plaza de Toros de las Ventas, hoy, por
desgracia, debo hacer referencia a su primer tropiezo.
-Supongo que, cuando uno trata
de darle cierta credibilidad a sus crónicas, es lo que toca. –
Con el muslo abierto con dos
trayectorias de 15 y 6 centímetros horas antes en Arnedo, la decisión pareció
tomarse sin duda alguna: ¡Se torea!
Y así, se presentó en Madrid. Agradeció
desde el callejón una fría y escasa ovación que, a la postre, sería la mayor
muestra de afecto de un Madrid que lo espera.
No fue para menos. Aseado con el tercero, al sexto, que ya había prendido el capote de Cachorro en el tercio de banderillas, lo recibió con una tanda de rodillas, que terminó con la muleta por los suelos. A partir de entonces se sucedieron los enganchones por ambos pitones, logrando apenas un par de muletazos limpios en toda la faena. Y comenzó el run-run. Sin encontrarle solución, tocó teclas que no llegaron a componer sinfonía alguna entre el asombro del tendido y dejó la sensación de que, aunque físicamente los achaques no fueron muy visibles, la cabeza no estaba para torear, rubricando lo que, sin duda, supone un borrón en su corta carrera.
Volverá. Yo, de este barco, no me bajo.
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