Valdemorillo - 06/02/2022 -Toros de Montalvo para A. Ferrera, M.A. Perera y A. Marcos


La previa

Podrá llenarse o no. Con la miel en los labios muchos aficionados se quedaron sin toros el sábado tuvieron que elegir la del domingo para no quedarse en casa con mal sabor de boca. Y lo se de buena mano. Una tarde de renombre, que no de relumbrón, en la que Alejandro Marcos tratará de empezar el año mandando ante dos de los que a día de hoy "llenan".

Los de Montalvo dispondrán el devenir de la tarde, al igual que la actitud de un público que veremos que ganas demuestra por ver a Perera y Ferrera, a escasos kilómetros de esa plaza que les mira con lupa. Embestirá alguno y lo cuajará cualquiera de los dos. No tengo duda.

Y no, no es que se me haya olvidado mencionar que ni rastro de los toros. Es que no quería repetirme.

Así fue la tarde

¡El día de la marmota!

Piensa, con acierto y a menudo, quien se sienta frente a su teléfono móvil a leer la crónica de un festejo, que la crítica está a la altura del palmerismo a que se ven obligados los medios taurinos más conocidos de nuestro país. Ambas se enfrentan y contradicen a cada tarde, mientras el aficionado ya no sabe qué creer y quien las escribe ya no sabe qué contar. Por el qué dirán.

Y así, preocupado porque de nuevo tengo que contaros lo mismo, resumimos un nuevo festejo.

Ya sabéis la historia de los seis de muy justa presentación –en este caso dos de ellos acababan de cumplir los 4 años, como si el campo estuviese vacío-, que viene a ser la misma que la de la falta de fuerza, la abundante clase y toreabilidad y que viene a resumirse en la total ausencia de emoción. Pues eso fue lo que deparó, independientemente del que embistió mejor por el derecho y el que lo hizo por el izquierdo, el que parecía invalido pero permaneció en el ruedo y el que al rematar en tablas se partió el pitón a la mitad - ¡Sorpresa! - y hubo de ser devuelto, el encierro de Montalvo.

Tampoco creo que os sorprenda que os diga que muchos de los que fueron es posible que, hasta dentro de unos años, no vuelvan. Quizá quien lo vio con la emoción del primer día recogió un puñado de valor para repetir en unos meses, pero lo que es seguro es que para quienes volveremos mañana, una gran parte, aquello fue un auténtico sopor. ¡El día de la marmota!

Volvimos a ver a un Ferrera con un concepto del arte equivocado. O al menos según dictan los cánones. Pues no es el arte apuntarse una vuelta al ruedo que festejas mirando a quienes te lo recriminan y mientras mueven airosa y chulescamente el capote mientras tres te jalean. Al igual que la figura tan contraída que ha adoptado, o los medios muletazos o las verdades a medias.

El triunfalismo en este caso llegó de la mano de Perera, que incapaz de hacer el toreo con un lote que no lo permitió por infinitas carencias, tiró por la calle de en medio y se arrimó al moribundo y cansado cuarto al que, entre los olés del público llevó de aquí para allá, manchándose la taleguilla, sin decir nada, para terminar arrancando dos orejas de neofigura del toreo.

Algo más pareció querer decir Alejandro Marcos, pero seamos realistas, su versión debió distar mucho de aquella tarde en Salamanca con los de Galache. O eso espero. Porque a pesar de dejar detalles y disposición, no fue mucho más que eso lo que vimos del joven torero.

De Ambel, Curro Javier y Fernando Sánchez, nos toca volver a decir lo de siempre. Ellos parecieron ser los únicos, en toda la feria, que entendían lo que el aficionado esperaba de Valdemorillo. Un escaparate que abría temporada a la orilla de Madrid.

Y en esto, se resume otra tarde más de toros.

Otra tarde larga en que allí, no sucedió nada.

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