La integridad, un nuevo ataque al festejo popular

 "Mira, mira. Grande y en puntas. Como debe ser"

"Vaya novillito afeitado. Como se nota que vienen las figuras"

Dos nuevas corrientes parecen haberse instaurado en la tauromaquia actual. La primera corresponde a los toros que toman protagonismo en el festejo popular, la segunda, a la sumisión del aficionado en el festejo mayor.

Asusta ver como hemos aceptado y ahora damos por hecho que para los profesionales y en un espectáculo por el que el aficionado paga, hay que arreglar; y sin embargo en un espectáculo hecho por y para aficionados, en el que se participa por amor al arte, ahora se presume del verdadero TORO.


Toro exhibido en las calles de Torrelaguna y toro lidiado en Colmenar Viejo.

Al culpable de todo esto podríamos, evadiendo responsabilidades como tanto nos gusta, buscarlo en el propio festejo popular, donde comunidades autónomas, provincias y Asociaciones compiten "por el tamaño". ¿Os imagináis a Roca Rey queriendo matarlos más grandes que El Juli? ¿A Simón Casas queriendo comprar lo más serio para Madrid?

Recurrente es también hablar de la escasez de toros, la pandemia, la guerra de Ucrania o vete a saber qué. De lo que no hablamos casi nunca por desconocimiento es del reglamento y precisamente eso he venido a contaros. Dos artículos: el 47 del Reglamento de Espectáculos Taurinos y el 30 del Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares.



Acuden, por tanto, varios veterinarios y el delegado gubernativo a certificar que un toro para el festejo popular está en puntas y que el destinado al festejo mayor ha sido despuntado, afeitado y sus astas han quedado romas. Digo al revés.

¡Explota el cohete! ¡Suenan clarines y timbales!

¡Va toro!

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Este post no pretende abogar por el afeitado masivo ni la mutilación, sino hacernos reflexionar de si el camino que hemos tomado en el festejo popular es el correcto. Asociaciones seguirán tratando de adquirir los mejores toros y los exhibirán a su gusto. Ayuntamientos deberían empezar a plantearse sus decisiones y los veterinarios comenzar a hacer su trabajo. En el aficionado y su voz está la solución.

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