Las Ventas - 24/09/2023 - Corrida de toros Concurso de Ganaderías
Así fue la tarde...
Un nuevo simulacro de Corrida
Concurso de Ganaderías, se celebraba este domingo como despedida a la temporada
venteña. Atrás quedan 52 tardes de toros y por delante, una nueva Feria de
Otoño que encontrará su punto final con la Corrida del día de la Hispanidad,
que supondrá el broche final al año taurino en el coso de la capital.
El baile de corrales volvió, para
no faltar a la costumbre, a preceder una corrida que terminó anunciando toros
de Partido de Resina, Samuel Flores, Victoriano del Río, Peñajara, José Escolar
y Pedraza de Yeltes. Elenco ganadero que despertó el interés del aficionado y
sirvió para registrar una de las mejores entradas, fuera de abono, de los
últimos años.
En lo que al desarrollo de la
tarde se refiere, volvió a carecer de sentido anunciar la corrida como “Concurso”,
pues ni las cuadrillas parecen darle la categoría suficiente, ni los matadores
la importancia que merece a los diferentes tercios de la lidia. Por todo esto,
volvió a perder el aficionado.
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De salida, por su impecable
presentación, se ovacionó a los de Partido de Resina y Victoriano del Río. Los
de Samuel Flores y Peñajara pasaron el corte por la seriedad de sus defensas, a
pesar de que su remate dejase algo que desear. A los que no se perdonó fueron
al de Escolar y Pedraza de Yeltes, a los que sus compañeros de cartel dejaron
en evidencia y el público no dudó en protestar.
Serafín Marín, que se
reencontraba con la afición madrileña tras un largo periodo, dejó muestras de
todo cuanto atesora. Un torero de los pies a la cabeza, capaz de entender a sus
adversarios y del gusto del aficionado. Con el de Partido de Resina dejó bellos
pasajes al natural, carentes de ritmo dada la invalidez de un cárdeno que el
presidente no tuvo a bien devolver. Al cuarto, de Peñajara, lo puso tres veces
al caballo antes de que se apagase por completo, nada mas comenzar el tercio de
muleta. Ni un pase.
Rubén Pinar, sin pena ni gloria,
no entendió las formas de un Samuel que, a pesar de marcar querencias en los
primeros tercios, no quiso huir ni comerse a nadie en la muleta. Desacertado,
fuera de sitio y sin ofrecer lo que demandaban sus adversarios y el público,
con el de Escolar la historia fue similar. Una tarde discreta ante un lote suficiente,
al menos, para justificarse sin apuros.
Con el beneplácito de Madrid volvía
Gómez del Pilar a probar suerte tras sus meritorias intentonas anteriores. Con esta
-o la antigüedad- de su lado, el “caramelo” de Victoriano no fue la única
oportunidad que se le presentó al madrileño. “Sombrero”, de Pedraza de Yeltes, también
fue un gran toro y a la postre, el triunfador del desafío.
El de Victoriano del Rio fue un
toro sobrado de casta, que trasmitió emoción y peligro en cada pase, rebosando
en la muleta por ambos pitones, no sin antes amenazar, especialmente por el
izquierdo. Repitió, sin parar, con codicia y humillación, convirtiéndose en uno
de esos toros que, si no se les manda de principio a fin, terminan por superar
a los toreros. Gómez del Pilar lo peleó con firmeza, se justificó con dignidad
y de no ser por la espada podría incluso haberle cortado una oreja. A mí,
personalmente, me dejó con ganas de más.
El de Pedraza, sin embargo,
permitió más. Tras una lucha impecable en el caballo, al que empujó como presumen
las láminas de tauromaquia, otro temple, otro son, algo más de nobleza, pero
las mismas ganas de embestir, permitieron a Gómez del Pilar expresarse con menos
pulsaciones. Algo más ventajista de lo que acostumbra, entendió al toro en una
faena de más a menos, que, de no haber sido por la espada, habría supuesto otra
oreja.
Ambos toros bien podrían haber
recibido un tercer puyazo, en orden ascendente de distancia, como mandan los
cánones, pero el ansia de triunfo pareció nublar la vista a un matador que acostumbra
a cuidar al aficionado. El presidente, lo permitió.
Un lote de 4 apéndices que se
arrastró lentamente entre palmas, pero con ellas intactas.
Marcos Prieto y Diego Valladar
volvieron a personarse como hombres de plata de la temporada madrileña,
saludando tras una excelente actuación con los palos en el cuarto. “Sombrero”,
de Pedraza de Yeltes, fue premiado como mejor toro y Antonio Pedrosa, encargado
de picar al de Peñajara, como mejor picador.
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