Las Ventas 04/07/21 - Toros de Victoriano del Río para Antonio Ferrera y Emilio de Justo
La previa
Supondrá este mano a mano entre Antonio Ferrera y Emilio de Justo el segundo de los dos compromisos anunciados por la empresa para traer de vuelta el toro y los toros a Madrid.
Aunque a buen seguro la nueva versión torísta que deja entrever cada tarde en alguno de sus toros D. Victoriano del Río no dejará indiferente a la afición madrileña, cabe esperar que se convierta este, en uno de esos carteles en que el público espera más al torero que al toro.
Llegan Antonio Ferrera y Emilio de Justo en un momento de forma sensacional. El primero de ellos continua persiguiendo ese concepto propio basado en la imperfección, la naturalidad y la espontaneidad que tan buenos resultados le ha traído cada tarde. Por su parte Emilio de Justo matará su novena corrida de toros de esta temporada y tendrá entre manos el cortar su decimoctava oreja, y es que aunque no seamos muy fans de las estadísticas, vaya temporada está echando el de Torrejoncillo a base de verdad, entrega y disposición.
Sin duda, un cartel para no fallar. Un cartel para colgar el ansiado no hay billetes que tanto le está costando a la afición madrileña de cara a la vuelta de los toros a la plaza más importante del mundo.
Como era previsible, la tarde del sábado quedó colgado en la taquilla madrileña el cartel de “no hay billetes”. Por supuesto, sin saberse absolutamente nada de los toros a lidiar (parecido a la corrida de Victorino la semana pasada que se conoció practicamente una semana antes del festejo).
La mañana del festejo, la empresa ha dado a conocer el orden de lidia de los 6 toros de la ganadería madrileña.
Así fue la tarde
Con puntualidad rompió el paseíllo en la primera plaza del mundo. A pesar de ello, por gentileza de unos cuantos a quienes parece preocuparles la fiesta un poquito más que al resto, la corrida comenzó con demora. ¡Había olvidado la organización dar color a las dos rayas que lucen en el ruedo marcando las distancias del tercio de varas!
Ya en faena, se exhibieron cinco excelentemente presentadas pinturas de Victoriano del Río y una de Toros de Cortés, que está vez sí hicieron honor al cuento de las hechuras y terminaron por recibir una más que notable calificación en el computo general de la corrida. Sirvieron todos, si bien destacó "Duende", lidiado en cuarto lugar por Emilio de Justo y que vino a reunir todas y cada una de las cualidades que se le presupone a un toro bravo. Su humillación, clase, entrega, prontitud, codicia y casta fueron premiadas con una vuelta al ruedo que dio sentido a la fiesta.
Con el primero, quizá el toro más encastado de la corrida (con permiso de Duende), Ferrera dejó entrever a que había acudido a Madrid. Se arrancaba pronto a la muleta, con gran clase pasaba por el izquierdo, pero el extremeño no terminaba de dar a Madrid aquello que busca y que tanto dista del camino que parece haber tomado. Algún que otro muletazo de buen trazo pero sin encontrarle el sitio. Trató de matarlo al encuentro y sintió la indiferencia del público cuando hubo caído. Con el tercero y quinto la tarde fue de mal en peor. Si bien no había llegado al tendido con el primero, las sensaciones con que pasaportó al último de su lote (al que no quiso ni ver ni mostrar), después de haber tratado rematadamente mal en el caballo al tercero, rozaron la bronca. Destacar de su actuación el tercio de varas del primero, al que picó en los medios a favor de querencia, ya que el toro no quiso quedarse ni un segundo en el peto, y algunos pases junto a un buen tercero al que solo los tendidos cuatro y cinco, presididos por una bandera extremeña, tuvieron a bien jalear.
Emilio de Justo, sin embargo, fue la antítesis de Ferrera durante toda la tarde -si bien es cierto que volvió a ser objeto de discusión el excesivo triunfalismo que ronda a Madrid-. Al primero, al que no consiguió culminar una faena rotunda, pero toreó más que notablemente al natural y a pies juntos, le cortó una oreja tras matarlo de una sobresaliente estocada. Con el sexto, al que nadie vio por ningún lado, le inventó una faena de muchos quilates y más valor. Llevaba peligro por el derecho al comenzar a trastear con la muleta (ya había dejado muestras de ello en el capote), pero dejó entrever calidad y algo más de fondo al natural. Una vez le formó el lio por ese pitón, todo aquello que parecía negro se tornó en color triunfo, el toro comenzó a embestir de categoría por ambos lados y De Justo a llevarlo como gusta en Madrid. Solo el doble fallo con el descabello y el saber que el triunfo ya era más que notable con las tres orejas anteriores, evitaron que el extremeño cortase otro apéndice.
Si, he dicho tres, y es que el delirio de la tarde, donde Madrid volvió a perder la compostura, llegó en el cuarto de la tarde. Había visto un toro bravo y frente a el, un torero que, aunque con una postura más forzada de lo que acostumbra, sabe torear de verdad. Si bien es cierto que en el capote no pudo estirarse con el, situación que se repitió a lo largo de la tarde antes de que los toros pasasen por el del castoreño, los dos puyazos bien ejecutados le sentaron bien al bravo. Embistió por el derecho y el izquierdo rebosando en la muleta con la clase y humillación que busca cualquier ganadero. Le costó a Emilio poderle y aunque para muchos, entre los que me incluyo, la batalla la ganó Duende, consiguió parar el tiempo en las dos últimas tandas, sinónimo de que allí había alguien que había ido a mandar. Otra buena estocada, tirándose de verdad aunque algo caída, sirvieron para que la mayoría del público sacase a pasear los pañuelos, a excepción de aquellos a quienes parecía preocuparles tanto la fiesta, como si de repente hubiesen perdido todo el rigor. Pidió también el respetable la segunda y el clamor por la vuelta al ruedo al toro sirvió para que dos pañuelos blancos y uno azul luciesen en el palco.
Tarde grande de Victoriano que no solo echó seis grandes toros, sino que uno de ellos fue excepcional.
Saludó Chacón tras colocar dos buenos pares al quinto.
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