Las Ventas -15/05/2022- Toros de El Parralejo para Curro Díaz, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín
Así fue la tarde
Madrid fue, es y será cosmopolita. Así lo vendieron, lo venden y seguirán vendiéndolo, por los siglos de los siglos, todos los que de una u otra forma se sienten madrileños. Y así, con el cosmopolitismo por bandera, va cayendo Madrid, el de quienes de una u otra forma, nos sentimos madrileños.
De la mano de la cosmopolita sociedad madrileña, los chulapos y chulapas acudieron a la castiza Plaza de Toros de las Ventas por el día del patrón. Pradera, chotis, clavel y toros -nunca una sociedad tan cosmopolita supo salvaguardar de forma tan correcta sus tradiciones-. Y allí, donde el abuelo llevó al nieto años atrás a conocer a las grandes figuras del toreo Madrid siguió alejándose de Madrid.
Porque cuentan hoy algunos de esos nietos, en las andanadas donde parece refugiarse en lo más parecido al exilio de este mundo moderno, que Madrid un día fue motivo de orgullo, que Madrid exigía, que los toreros daban y el toro asustaba. ¿Dónde quedó aquello Madrid?
El nuevo Madrid ni siente ni padece.
Madrid solo admite reprimendas a quien protesta. Madrid no acompaña palmas de tango si el destinatario es un toro indecente para su plaza, si un torero miente o si la suerte suprema se convierte en una auténtica escabechina. El nuevo Madrid aplaude un “¡Baja tu!” o "¡Calla gilipollas!”, y es inerte ante un nuevo inválido.
En el nuevo Madrid, los toreros reciben.
Se acartelaba, por méritos propios en la octava del serial madrileño, Álvaro Lorenzo. Los méritos no fueron otros que un regalo en forma de oreja en Madrid días atrás y así, con los mismos méritos que hace siete días, deshizo el paseíllo horas después. Quizá un nuevo regalo sea mérito suficiente para una nueva sustitución. ¿Quién sabe Madrid?
Tampoco quiso ser menos Curro Diaz y a pesar de saberse torero de Madrid, se sumó a la movida madrileña y mintió a los madrileños, que llegados de la pradera, también quisieron regalarle un recuerdo de tan prestigioso día al de linares.
En el nuevo Madrid el toro da pena
Y eso transmitió la justa presentación de una ganadería que protagonizaba su primera tarde en la más importante de las plazas. Y eso transmitió su comportamiento, más allá de la castita que sacó un interesante primero. Sirvió, anduvo por encima de quienes no quisieron verla, pero no convenció.
Por suerte, entre tanto cosmopolitismo, Madrid.
Por suerte un torero vino a jugarse la vida y con el muslo partido terminó el tercio de muleta y realizó la suerte suprema sin mirarse, sin un atisbo de dolor, como el mayor de los héroes. Por suerte Ginés Marín dio la categoría que merece a Madrid. Y por suerte el Madrid más castizo premió su labor. Porque esa casta que cuida Madrid sintiendo y padeciendo, exige, entre palmas de tango que se devuelva un inválido, exige a un torero que dé y a un toro que asuste.
Porque Madrid es cosmopolita, pero no por ello, debe nunca dejar atrás Madrid.
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