Las Ventas -07/04/24- Novillos de Brazuelas para Daniel Medina, Fabio Jiménez y Tristán Barroso
Así fue la tarde...
Con la expectación de quien se despide con un triunfo en su anterior comparecencia, se anunciaba una seria, bonita y pareja novillada de Toros de Brazuelas. La cita, que no solo supondría el punto de partida para el carrusel de novilladas en la Plaza de Toros de Las Ventas, sino también la presentación en dicha plaza para los tres jóvenes que en ella se acartelaban, contó con Daniel Medina, Fabio Jiménez y Tristán Barroso como protagonistas.
Por desgracia, el juego del encierro se alejó demasiado del de aquella ganadería que nos encandilase, dejando sobre la mesa una evidente falta de fondo, como línea general de la tarde. A pesar de ello, gran parte de la culpa de todo cuanto sucedió en el ruedo, no debemos buscarla en el comportamiento de los astados, sino en el palco, donde J.A. Rodríguez San Román refrendó la peor presentación posible. El quinto fue devuelto por inválido, situación que debió repetirse con el primero y el quinto bis (de Maria Cascón). Daniel Medina y Fabio Jiménez vieron, por tanto, mermadas sus opciones de triunfo, ante dos novillos que apenas pudieron mantenerse en pie a cada punto de exigencia que se les propuso. El público, ante tal situación, recetó la primera gran bronca de la temporada.
A pesar de todo ello, justo es decir que la novilla, en líneas generales, gozó de una clase que, de haber poseído otro fondo y transmisión, otro gallo hubiese cantado. Además, fue pronta en el caballo, dejando arrancadas de interés, pero no llegándose a emplear ante los muros de carga madrileños.
Daniel Medina firmó un interesante recibo capotero a un primero que, tras su paso por el caballo, convirtió su magnifica condición en invalidez. Se le subió la mano en banderillas apostando por tapar una situación que, a la postre, solo permitiría un par de muletazos. Y es que, no solo de la clase vive el toro bravo. Ante el cuarto, que buscó las tablas desde su aparición, la tónica fue similar. Casi de huida salió de varios buenos naturales sueltos, que no fueron suficiente para formalizar una faena que estaba sentenciada.
Fabio Jiménez gozó de opciones con el primero de su lote, un novillo que se movió y al que no terminó de acoplarse, embruteciendo la envestida a cada enganchón. A pesar de ello, la faena tuvo momentos de interés, gracias a un novillero que primó la colocación y la ligazón. De más a menos, la actuación se diluyó cuando las embestidas se acortaron. Ante el quinto, faena que se produjo entre las protestas del público dada la invalidez del animal, no hubo opción alguna.
Cerraba plaza Tristán Barroso, un novillero inteligente y con transmisión, que disfrutó del mejor lote de la tarde. Ante el tercero de la tarde, un animal justo de fuerzas, firmo una faena muy inteligente, entendiendo el tiempo y las distancias que demandaba un animal cogido con pinzas. Hubo tandas de mucha calidad por ambos pitones, así como varios muletazos sueltos al natural de gran nivel. La espada entró a la primera, aunque algo defectuosa y la petición de oreja no fue correspondida. Al sexto de la tarde lo recibió en la puerta de toriles y tras varios desarmes con el capote desistió de este tercio. Ya en la muleta firmó una actuación de más a menos, que alcanzó su punto álgido en una fea voltereta al probar el pitón izquierdo del toro. Barroso, que había dejado dos importantes tandas por el derecho exhibiendo al toro en la distancia, comenzaba entonces a emborronar una actuación digna, pero muy protestada. Y es que dejó atrás las buenas formas demostradas ante su anterior adversario para llegar al tendido con muletazos lineales y vaciados fuera mientras buscaba conectar con el tendido a base de desplantes y celebraciones. El publicó lo jaleó, pero los aficionados habían dejado de ver a un novillero que había apuntado cosas. Tras una estocada caída, el presidente concedió una oreja que supuso la última bronca de la tarde.
A buen seguro, cualquiera de los tres volverá a aparecer por Madrid, y es que la aptitud y actitud de la terna fue irreprochable. Hubo quites, entrega, buenas maneras que no terminaron de refrendarse, pero que jamás deben faltar en un novillero. La espada, por desgracia, sigue siendo una cuenta pendiente.
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