Vistalegre 19/05/21 - Toros de Garcigrande, Cuvillo y Jandilla para Roca Rey y Pablo Aguado


La previa

Bienvenidos a la previa de lo que es, para muchos, uno de los carteles de la temporada.

Coloca la tarde, frente a frente, a los dos toreros jóvenes cuyo concepto del toreo ha destinado a ser el relevo de las figuras del momento. Andrés Roca Rey, con 24 años y en su sexta temporada como matador de toros, continua con su arrolladora proyección tras un año en blanco en que nada quiso saber de la tauromaquia. Por su parte, un Pablo Aguado que no para de crecer desde aquella tarde de 2019 en que una corrida de Jandilla le cambiase la vida en la Maestranza, llega en el mejor momento de su corta carrera, dejando detalles de su clásico concepto tarde tras tarde y acartelándose con los mejores en todas las ferias que van conociéndose.

A pesar de coincidir en gran número de carteles, como es el caso del pasado sábado en Córdoba, sus formas tan divergentes de concebir la tauromaquia permite a quienes pagan una entrada, disfrutar dos versiones de la misma completamente diferentes. La improvisación frente al clasicismo, el valor frente a la armonía, el rock and roll frente a la despaciosidad y todo ello acompañado del hambre de quienes han llegado para quedarse, de dos jóvenes que tienen claro que buscan ser grandes figuras del toreo.

A todo esto, debemos añadirle el interés extra del reciente encontronazo que ambos tuvieron en Córdoba, cuando Pablo Aguado brindaba al público uno de sus toros y Roca Rey se encontraba todavía en el ruedo. La mirada que le dedicó el sevillano al peruano tiene poco que ver con la amistad. Veremos si la relación entre ambos está tan divida como ese gesto parecía entrever. ¿Será este el comienzo de una de esas rivalidades que tanto han dado al mundo del toro y tanto echa de menos el aficionado en la tauromaquia moderna?

Protagonizarán la tarde tres ganaderías de total garantía como son Garcigrande, Núñez del Cuvillo y Jandilla (todas ellas procedencia Juan Pedro Domecq), echando de menos la afición algún hierro con un corte más torista que siempre suele incluirse en este tipo de enfrentamientos. Sorprende de ellas, que no hayan mostrado la gallardía que se les presupone, y reclamasen aparecer en el cartel, pues no se anunciaron hasta ya abierto el plazo de compra de entradas. Una nueva muestra de dejadez hacia el verdadero protagonista de la fiesta, el toro.

El escenario, aunque mejorable por la ya conocida pésima gestión de la casa Matilla a lo largo de la feria, parece que terminará por acompañar. Y si el aficinado y público general terminan por dar sentido a ese "arreón" de última hora, podríamos encontrarnos ante el primer "no hay billetes" de la feria. Sin duda, la ocasión lo merece.

Así fue la tarde...

Arrancó el paseíllo con rigurosa puntualidad, a pesar de las ganas con que llegaban algunos de tocar palmas de tango incluso antes de empezar. Se demoraron, eso si, en demasía los matadores al salir al ruedo -como en esas tardes de expectación en que el deseo invade al aficionado-.
Al final del mismo, volvió a deleitarnos la banda con los acordes del Himno Nacional en lo que parece ser un nuevo capítulo de la lidia, que no hace más que sembrar la semilla de un sinfín de "vivas". En fin, las tardes de clavel.

Decoros aparte, tomaron protagonismo a quienes realmente habíamos ido a escuchar. Quienes tanto tenían que decir. Y no decepcionaron.

Frente a ellos, seis toros de cuatro hierros diferentes. De seriedad correcta y presentación impecable (excepto el quinto, de Nuñez del Cuvillo). El de Vegahermosa, aunque necesitó su tiempo, le sirvió a Roca Rey, mientras que el manso de Jandilla no quiso saber nada de Pablo Aguado, y le hizo pasarlo mal para matarlo, a pesar de que lo persiguió por toda la plaza. Los dos de Garcigrande hicieron de las delicias del aficionado durante la lidia y le permitieron disfrutar de todos los tercios (no por como se ejecutó el de varas, pero si por como se entregaron ambos ejemplares). En la muleta, sin embargo, fueron muy diferentes, derrochando clase y movilidad el tercero, que fue premiado con el arrastre lento, y parándose en la segunda tanda el cuarto, al que fue imposible sacarle nada. Quinto y sexto, de Núñez del Cuvillo, no llevaron nada dentro, más allá de alguna embestida con clase de forma esporádica, y terminaron por rematar una tarde en que el ganado estuvo bastante por debajo que los matadores.

-Quizá sea una de las crónicas más complicadas de escribir teniendo en cuenta que es difícil medir, con la misma vara, dos conceptos tan diferentes. Pero a lo largo de la tarde he podido saborear y entender un tweet que ha publicado @antonio_diaz "Roca Rey, folla; Pablo Aguado, enamora." Discúlpenme pero, ¡que gran titular!-

Andrés Roca Rey es un joven rebelde que ha venido a poner la tauromaquia patas arriba. Le cuesta guardar cierto orden durante la lidia, de carácter chulesco, anda cada tarde más en torero, sabedor de que el aficionado ha vuelto a llenar la plaza para verle. Le gusta gustarse, al igual que dejarse los toros crudos, para que duren en la muleta. Los pasa por delante y por detrás siempre a escasos centímetros de los muslos, el pecho o lo que haga falta. El publico se sobresalta viendo las distancias en que realiza la faena, a pesar de no tener muy claro que es eso de las distancias. Alarga, por lo general, demasiado el tercio de muleta (hay toros a los que pega siete u ocho tandas de seis o siete muletazos), terminando por aburrir al personal, que vuelve a retomar la atención cuando vuelve a pasárselo por atrás. Sino, cortar las orejas se le torna complicado.

Por su parte Pablo Aguado es el amigo callado de Andrés. Quizá no alardea suficiente antes de entrar en faena, pero con el capote en la mano, es capaz de parar el tiempo. A la verónica, claro, que es como se ha hecho siempre. Como a él le enseñaron y como él lo ha interpretado. Y ya con la muleta trata de hacerlo a su manera, y se coloca en el sitio, a la altura que pide el toro lo cita con la panza y se lo pasa cerca, pero diferente cerca, porque los riñones están hundidos y la figura relajada, pero siempre firme. Y entonces las teclas que toca tienen un tono diferente y aunque no haya un arrimón final, hay una serie a pies juntos en que un par de pases valen una entrada. Como las verónicas, sus verónicas. Y la entrada queda pagada, aunque Pablo, no ha sido capaz de redondear nada y se vuelve a Sevilla sin orejas.

Lo bonito de todo ello es que entre uno y otro va fraguándose una interesante rivalidad. O eso dejaron entrever durante el arrebato de quites que surgieron en los dos primeros toros. El aficionado de verdad es capaz de valorarles a ambos y saber de lo necesarios que son para entender la tauromaquia.

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Saludaron ovación la cuadrilla de Pablo Aguado en el cuarto y José Chacón en el quinto.

Fue herido durante la lidia del primero Juan José Domínguez, cuando se disponía a ganarle la cara a "Juguetón" que arreó con fuerza sorprendiendo al de plata y prendiéndole en varias ocasiones hasta que se cansó de esperar un quite que tardó en llegar.

Además, cuando se disponía a dar muerte al último toro de la tarde, Pablo Aguado sufrió otra grave cornada. Es lo que tiene que hasta el verle entrar a matar, merezca la pena.

Pronta recuperación a ambos. Y una vez más, GRACIAS D. ENRIQUE.

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