Las Ventas -04/06/2022- Toros de Adolfo Martín para Rafaelillo, Escribano y Talavante


Así fue la tarde

Con un fin de semana gris por delante, en lo que los toros se refiere, hicieron el paseíllo tres matadores por los que, si algo hubiésemos debido jugarnos, no hubiésemos fallado. Y digo esto porque el bien presentado encierro de Adolfo Martín no brilló dispar para ninguno de los tres matadores, a excepción de un "mas permisivo" primero y dentro de las mayores o menores posibilidades (en ningún caso sobresalientes) que ofreció cada toro, los de luces jugaron las armas que acostumbran.

El concepto de Rafaelillo era, en este caso, el más acorde a una tarde cárdena en Madrid. Haciendo alarde de "lo contrario", hizo faena al menos exigente de los Adolfos al que dejó detalles por ambos pitones, llegando lo mejor al natural, pero sin llegar a formar una obra de peso. Peso que adquirió, por otro lado, cuando Rafaelillo hundió los aceros en Mentiroso al que dejó la estocada de la feria, aflorando los pañuelos y cortando la única oreja de la tarde.
Las escasas opciones de un correoso y aplomado cuarto le privaron de rematar la tarde.

Lo de Escribano, por su parte, viene a ser algo así como el día de la marmota. Sí, también porque resulta predecible todo aquello que el diestro va a hacer a cada uno de sus toros. Y es que el sevillano y Madrid no parecen estar dispuestos a entenderse. Ni aprovechando las primeras embestidas de un finalmente áspero segundo, ni planteando una faena de cercanías en el complicado quinto. Y me sorprende. Porque aunque bien es cierto que su concepto no busca pitones contrarios, panzas de la muleta o pureza madrileña, Manuel tampoco es Fandi (que no es que tenga yo nada en contra suya, pero ya conocen ustedes su concepto). Entre medias de un batallero de grises y un torero de "masas" sigue navegando Manuel a la espera de que un nuevo Coradiezmos brinde una oportunidad que no llegó hoy.
Debemos destacar el par que colocó al quiebro a un toro que se vino andando hacia el hasta las mínimas distancias.

Seguramente, cuando leísteis eso de "El concepto de Rafaelillo era, en este caso, el más acorde a una tarde cárdena en Madrid", se os vendría a la mente Alejandro Talavante. Y quizá no os falte razón. Pero amigos, el de antes. Porque Alejandro pasaportó sus dos últimos toros - y ya iban nueve- de este San Isidro, sin pena ni gloria. Como figura se fue y como uno más ha vuelto. Su potencial y lo que siempre ha dicho en el ruedo hacen que le esperemos, pero todo tiene limites y ese límite se ha cruzado en Madrid. Nada dijo con un complicado Adolfo a que no vio y nada repitió con el sobrero de Garcigrande que a pesar de su procedencia (curiosamente diferente a los hierros anunciados, en una tarde con una "figura"), no tiñó de color el gris de la tarde. Con una fuerte bronca deshizo el paseíllo tras completar un bochorno con la espada en este último.

A destacar un interesante quite al segundo de la tarde, con el trapo a la espalda.

Se desmonteró, tras su labor en banderillas con el tercero de la tarde, Jesús Díez Fini.

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