Las Ventas -23/04/23- Novillos de Guadaira para Curro Durán, Alejandro Mora y Miguel Andrades
Así fue la tarde...
Por suerte, hay veces que incluso atrapados en lo más profundo de un agujero, surge un haz de luz. Y el de este fin de semana en la Plaza de Toros de Madrid, llevaba por nombre Hortensio.
Por desgracia, dichos haces no siempre son capaces de ser percibidos por todos los que en la cueva se encuentran y uno de los que no lo vislumbró llevaba por nombre Ignacio Sanjuán Rodríguez.
Y con esta premisa volvió a sucederse una nueva tarde en la primera plaza de toros del mundo. Pero la tónica, en esta ocasión, fue diferente. Y es que el encierro de Guadaira permitió mucho más que los anteriores. Pero por el contrario, frente a el, se midieron tres novilleros , no tan jóvenes, que habían toreado 1, 2 y 4 festejos respectivamente, la pasada temporada. Y así, es casi imposible. A pesar de ello hicieron un extraordinario uso del estoque, dejando hasta 4 espadazos de bandera, a los que los novillos doblaron de inmediato. Esto fue, sin duda, lo más destacable de la tarde.
Bien presentado en líneas generales, el encierro no acusó la falta de fuerzas en ninguna ocasión (lo que supone una novedad en la temporada) y dio muestra de su clase, por ambos pitones, gracias a varios de sus representantes. Sobresalió el segundo por su seriedad, recibiendo una fuerte ovación de salida; pero nada que ver con los aplausos que recibió Hortensio durante su arrastre, lidiado en sexto lugar y merecedor de una vuelta al ruedo que los conocimientos del presidente no vieron oportuno conceder. A pesar de que el aficionado lo solicitó de forma unánime.
Curro Durán consiguió dejar algún buen natural con su primero, de gran clase por dicho pitón. Y rubricó su tarde con una gran estocada al cuarto. Más allá de eso, poco.
Alejandro Mora no encontró forma de acoplarse con el segundo, un toro de grandes opciones por el pitón izquierdo, insistiendo por derecho y dejando escapar cualquier opción de triunfo. Con la espada, sin embargo, demostró todo el coraje que pareció faltarle en la muleta, y dejó un espadazo en lo alto tras realizar la suerte a la perfección. Con el quinto, la cosa no fue diferente. La falta de rodaje se notó, quedando la sensación de haber algo más en esas embestidas. A pesar de ello pudimos vislumbrar algún que otro destello de ese toreo clásico que algún día nos demostró, con ceñidos remates por bajo.
Miguel Andrades consiguió meterse en el canasto a muchos de los allí presentes. Por desgracia, muchos de ellos carecían del conocimiento suficiente para distinguir una ovación, de palmas de tango. A pesar de ello pudimos disfrutar de un novillero diferente, de buen gusto en banderillas y concepto propio en la muleta. En su haber quedó cuajar a un toro de encastado, con ritmo, clase y total entrega, de esos que, por desgracia para quien se enfrenta a ellos, acostumbra a quitar más que dar. Hubo enganchones y faltó ritmo, y eso evitó que la faena cogiese fondo y que alguno, entre ellos el Presiente, no terminase de aclarar su vista para premiar a un novillo que mereció, sin lugar a dudas, la vuelta al ruedo. Se tiró el de Jerez de la Frontera a matar o morir y allí dejó una estocada de ley, echándose en los lomos de un toro que nos brindó una muerte de lo que fue, un bravo. Con el tercero la historia fue similar, pues después de coger vuelos en banderillas, dejó escapar un gran pitón derecho, en este caso, a un ritmo mucho más acoplable.
Sucedió lo que debía suceder. Tres novilleros sin torear, a quienes sería cruel culpar, no estuvieron a la altura de una interesante novillada de Guadaira. Volvió a perder el aficionado. Volvió a sonreír el sistema.
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