Las Ventas -01/10/21- Novillos de López Gibaja para Alejandro Fermín, Ignacio Olmos y Alejandro Adame
Así fue la tarde
Soporífero encierro de López Gibaja. Se lidiaron seis novillos totalmente faltos de raza, fuerza, emoción y todo aquello que pueda suponérsele a un toro bravo, a excepción de un buen tercero. Se protestaron por su insultante presentación, segundo y quinto y fue recibido con agrado el serio cuarto, un novillo de Madrid.
En lo que a los novilleros se refiere, volvieron a verse entre la espada y la pared. Entre el querer justificar lo injustificable y aburrir. Y es que cuando uno acude a Madrid, debe conocer su idiosincrasia, que no es otra mas que la exigencia y la verdad. Con manga ancha y sensibilidad cuando se requiere, pero sin engaños a quien lo merece.
Si nulo fue el juego del lote de Alejandro Fermín, nulos fueron también sus recursos. Como si de una figura del toreo se tratase acudió a Madrid como si las supiese todas. Y se dio de bruces. Ni autobuses, ni ventajismos, ni faenas eternas, no valió absolutamente nada de eso.
Tampoco sirvieron de nada los dos que le cayeron en suerte a Ignacio Olmos, a quien el público trató con total indiferencia. Un toro que por allí pasaba, un torero que por allí lo llevó apurando el tiempo reglamentario. Y a rezar por poder volver en otras condiciones, porque no había más. Si bien es cierto, me gustó lo pendiente que anduvo en las lidias de sus compañeros, tanto en quites como manteniendo al manso primero en los terrenos adecuados cada vez que "cantaba la gallina".
Por ultimo, Alejandro Ademe disfrutó de un buen tercero, al que el público despidió con una ovación y el mexicano recibió a la verónica de muy buen gusto. Dos interesantes puyazos que provocaron palmas para el picador y que sirvieron para que la gente anduviera pendiente de la lidia en todo momento. Parece que este si sabe donde venía. En la muleta el animal no solo sirvió, sino que quiso ganar la batalla. Tandas mas arroyadas que arrolladoras dejó un Adame que siempre se ocupaba de cerrarlas con un remate de bella factura, ya fuese por alto o por bajo. Pecó en exceso de la corta distancia, el toro parecía demandar lo contrario, y terminó perdiendo un posible triunfo en los aceros no sin antes haber dejado una tanda de a uno, de naturales ejecutados a la perfección. Saludó una calurosa ovación pues a pesar de que el toro pareció dejar cosas por enseñar, el demostró haberse vaciado.
Con el sexto, que a diferencia del tercero si pareció ser del mismo hierro que sus compañeros de encierro, la historia se tornó similar a la de sus compañeros. El tendido más pendiente de Sevilla que de Madrid, los acomodadores con problemas para sujetar a quienes querían marcharse antes de tiempo y un intento sin sentido por justificar algo que no merecía más justificación que la muerte.
La plaza registró una aceptable entrada entre quienes acuden siempre, los autobuses de Fermín, y quienes no volverán jamás por lo que vieron. Una tarde para perder afición.
¿Entra tras esta tarde en valor la disposición que vimos la semana pasada por parte de los novilleros? ¿Pesa más el nefasto encierro de López Gibaja?
Lo que está claro es que el haber toreado ha colocado a cierto grupo de novilleros en una nube de demanda, interés y formas de torear muy positivas para la fiesta y completamente alejadas de lo que vimos hoy. Y eso que comparar, es odioso. Pero uno no puede aburrirse tanto en la plaza como hemos hecho hoy.
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