Las Ventas - 02/10/21 - Toros de Garcigrande y Domingo Hernández para El Juli, Emilio De Justo y Juan Ortega
Así fue la tarde:
¡Emilio de Justo se consagra en Madrid con Farolero, un cinqueño de 625kg!
El "no hay billetes" colgado en las taquillas de Madrid no fue la única muestra de lo que suponía la tarde de hoy. El silencio sepulcral a la hora de iniciar cada una de las seis faenas y el caluroso recibimiento a Emilio de Justo fueron el preludio del delirio.
Se lidiaron cuatro toros de D. Hernandez (1,3,5 y 6) y dos de Garcigrande (2 y 4), de desigual presentación y juego. Se ovacionaron de salida segundo y cuarto y se pidió con fuerza la vuelta al ruedo para "Farolero", que con casi seis años y 625 kilos tiró por los suelos los entandares de muchos.
La tarde de El Juli fue un nuevo capítulo de su relación con Madrid. Entre el amor y el odio de quienes habían pagado la entrada, pasaron sin pena ni gloria los primeros tercios con el abreplaza. Ya en la muleta se convirtió "Poeta" en un toro más de Domingo Hernández. Permitió el triunfo y se marchó sin decir nada. Y Julián, estuvo a su altura. Lo toreó entre las recriminaciones de algunos y los aplausos de otros muchos más, que terminaron por aplacar las protestas y concederle una oreja tras una faena más de la que, si acaso, recordaremos un interesante final.
Ya con el cuarto las posibilidades fueron otras. Sin estirarse con el capote y brindándonos un penoso tercio de varas, Iván García volvió a saludar una calurosa ovación en Madrid. En la muleta el animal protestó, no demostró ni fuerza, ni clase ni entrega alguna y Julián no quiso ni justificarlo ni justificarse.
Tampoco quiso saber nada del primero de su lote Juan Ortega, a quien de no haber sido por el nombre que algunos se empeñan en darle, habría escuchado la bronca madrileña. Difícil juzgar si el de Domingo Hernández llevaba algo dentro, y es que ni eso se nos enseñó.
Con el que cerraba la tarde la actitud fue otra, y es que el toro también fue otro. Sin decir mucho y buscando la huida desde el caballo, Ortega le hizo una faena de gusto, sabor y temple de principio a fin. Si bien la basó en la media altura, el público entendió que no era necesario más y cuando rompieron los olés el "bravo" demando que se le hiciese faena de camino a toriles. Así lo entendió Ortega que, exprimió aquello hasta el final para perder el posible triunfo en los aceros. Recogió una calurosa ovación que no vino sino, a confirmar que Madrid le espera.
Emilio de Justo, volvió a obligarnos a cambiar el orden de la crónica. Y es que hemos dejado lo bueno para el final. El segundo de la tarde, ovacionado de salida, salió suelto del capote en todo momento. El puyazo lo templó y permitió que Ortega se luciese en un quite al que De Justo respondió para quedar por encima. Y así lo hizo. Ya en la muleta y tras brindar a Madrid, el toro parecía lucir escasa condición. Los mejores momentos llegaron de a uno, buscando el pitón contrario y sabiendo dar al publico todo lo que reclamaban. Entrega y verdad. Las tandas fueron de tres y el de pecho, y exprimirle en demasía no era la opción adecuada. La faena terminó por alargarse en demasía y escuchó Emilio un aviso antes de entrar a matar. Anduvo desastroso con el descabello y todo lo que tan a fuego lento había cocinado con un soso de buena intención, terminó en forma de brasas.
Ya con el quinto, un toro cuya lidia no vino a decir mucho y al que se le cuidó en el caballo, la tarde llegó al delirio. Sin adornos ni decoros Emilio de Justo moldeó la envestida de "Farolero" desde el primer momento. Pronto y con codicia se arrancaba sin dudarlo a comerse la muleta de uno de los toreros de la actualidad, que arrebatado y sabedor de que tenía delante un toro de triunfo, se preocupó en demasía de que no se le escapase. Pudo faltar algo de naturalidad, algo de calma, pero es que Farolero venía a poner las cosas en su sitio. La tercera tanda vino a confirmar que aquello era un binomio perfecto, Emilio había comenzado a cargar la suerte como mandan los cánones y Farolero a acoplarse al toreo del extremeño. Al izquierdo el toro respondió con mas brusquedad, sin admitir tandas largas y exigiendo seriedad en cada uno de los naturales que se le daba, EMOCIÓN Y CASTA.
Llegados a este punto me olvidé de apuntar, pero tardaré en hacerlo de lo que ocurrió. A fin de cuentas, eso es el torero.
Al natural con la diestra, de frente, hizo el torero. Tres trincherazos, dos de ellos hacia a afuera y un último que valió por todos, para perder el norte. Le dio muerte de una estocada de matador de toros. Dos orejas y la consagración de un torero en Madrid. Por si alguien lo había dudado el otoño anterior.
De camino al patio de arrastre, a Farolero se le tributó una ovación de gala y al presidente se le recriminó la falta de sensibilidad de quien no otorga la vuelta al ruedo a un toro bravo.
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