Las Ventas -12/10/2021- Toros de Alcurrucén para Morante de la Puebla, Alberto López Simón y Ginés Marín


Así fue la tarde

Cuando alguien dice aquello de "toreo del caro" debe referirse a algo parecido a lo de hoy. Y no, no hablo los 50€ que pagó en la reventa, por una andanada, la inglesa de nuestro lado, sino de los tres momentos de la tarde que dieron sentido al toreo.

Nos enseñó Morante de la Puebla, al nuevo Morante. El que se acartela con Ana Romero, Galache, Prieto de la Cal o Miura. El que "Hace tiempo que no disfrutaba con un toro en Madrid, ya lo había olvidado y me ha sabido a miel", como dijo el sevillano al terminar su faena al primero de la tarde. Un castaño chorreado áspero que en otro momento de su carrera quizá hubiese pasaportado de forma temprana. Con el capote lo toreó acompañado por los olés de un público predispuesto, que jaleó lo que no valía con la misma fuerza que las dos verónicas y la media que valían por todo. Galleó el toro hasta el caballo en lo que muchos consideraron trapazos, y otros valoraron como lo que era: una tauromaquia casi olvidada. En la muleta la faena tuvo altibajos, condicionados en todo momento por la condición de un toro protestón, desclasado y al que le faltó ritmo y repetición. Basó su faena José Antonio en el arte dejado muletazos y remates de gusto y torería, hasta que Madrid le hizo ver que comenzaba a olvidarse del sitio. Entonces también incluyó el sitio a esa lista de cosas buenas que dejó en una faena que tras dejar la espada algo caída, fue premiada con una oreja excesiva, pues en todo momento faltó fondo más allá del arte.

La expresión y forma que vivimos en esta faena no se ve todos los días. Cada muletazo tuvo un sabor acorde a la disposición que había traído José Antonio. Y no digo que eso merezca una oreja, pero si a ver algo diferente le sumas la ambición con que se ve a un torero, es difícil que el público de Madrid no se entregue.

El segundo momento de la tarde lo protagonizaron los capotes de Morante de la Puebla y Ginés Marín, durante el turno de quites al tercero.
Como si de un novillero ambicioso y necesitado se tratase el sevillano quiso hacer uso de su derecho a quite en el toro que mejor condición había dejado entrever en los primeros tercios. Dejó unas chicuelinas de ensueño que remató con una media que pusieron a Madrid literalmente en pie.
Con descaro se fue Ginés a jugarse la vida replicando al que para muchos es el mejor capotero de la historia. Se hizo el silencio a sabiendas de que ahí estaba lo que tantas y tantas tardes anhelamos: la rivalidad. Una chicuelina y un enganchón. Vuelta a empezar para dejar un quite por ajustadas chicuelinas que esta vez, terminaron por hundir Madrid.

Fue una verdadera lástima que el toro se viniese abajo tan pronto después de todo lo que apuntó durante la lidia.

Para terminar con estos tres momentos y ante el último toro de la temporada en Madrid, Ginés Marín puso de acuerdo a todos aquellos que tantos enfrentamientos han tenido a lo largo de este mes. Público y afición atronaron Madrid con los olés de todos y cada uno de los 15-20 naturales que el extremeño le dio a "Secretario". Negro salpicado listón, una pintura en lo que a sus hechuras se refería, salió entre el manso y el frío que caracteriza al encaste Núñez. Se diferenció de sus hermanos en la muleta, pues en vez de seguir su línea de no atender a pelea alguna, le dio por embestir extraordinariamente por el izquierdo. Y allí, en su camino, se cruzó Ginés. Dos cambios de mano eternos, varias tandas al natural inmóvil, alargando el trazo de alguno de ellos hasta donde parece que no puede hacerse y por supuesto, parando el tiempo. Otra magnífica a pies juntos. A por la tizona cuando el toro todavía parece tener algo más, pero es que Madrid ya anda pensando en el triunfo que esta apunto de vivir. La espada no queda en todo lo alto por un par de dedos, el toro tarda en caer, pero la emoción de lo vivido tiene un precio o una recompensa, que no es otra que las dos orejas.

El resto de la tarde estuvo marcada por el manseo del encierro de Alcurrucén. Hubo los que buscaron defenderse, los que protestaban, los que querían irse e incluso alguno que terminó dejándose, pero todos dejaron en muchos momentos de la lidia, verdaderos indicios de mansos.

López Simón recibió una fuerte voltereta en el comienzo de faena de su primero y con la culpa entre medias del percance y su valía, terminó por desaprovechar un lote al que podría habérsele cortado oreja y oreja de no haber sido por el intensivo toreo del madrileño. Distancias cortas demostrando un "valor" sin fondo que en ningún momento llegó al publico de Madrid.

Morante no quiso/pudo más que trastear al cuartó, un toro manso de manual para el que la decadente plaza madrileña llegó a pedir el pañuelo verde. Los toros se devuelven por inválidos, jamás por mansos. Le tocó las orejas en los medios sin buscarle una lidia acorde a uno que no quiere pelea y se fue a por la espada para homenajear a su amigo Julián tarándose a matar de forma nefasta.

Hasta pronto Madrid.

Comentarios

Entradas populares