Valdemorillo -05/02/2023- Toros de José Vázquez para Diego Urdiales y Juan Ortega
La Previa
Entra dentro de la normalidad que un comienzo de temporada de pie a un sinfín de noticias hablando de ausencias o presencias en lo que a los diferentes carteles se refiere. Las palabras novedad, injusticia u oportunidad, son a menudo reclamo de todos cuantos se ven obligados a analizar y hoy no seremos menos.
Valdemorillo será, un año más, la primera gran feria de la temporada española. De manos de Pueblos del Toreo S.L., de Víctor Zabala y Carlos Zúñiga, parece que lo de convertir esta feria de oportunidades un un serial de relumbrón es ya un hecho consolidado. Las figuras ocupan, por tanto, los carteles de sábado y domingo, desplazando no solo a la segunda fila del escalafón sino también a la malograda televisión, una fija en estas tardes.
Y hablando de ausencias, estará presente en el cartel que nos atañe, dentro de esta feria, una de las bajas más sonadas de este San Isidro. Será el domingo, y lo acompañará un torero de su mismo corte, bien colocado en el serial madrileño. De este modo dos toreros clásicos como Juan Ortega y Diego Urdiales se verán las caras en lo que, si ambos ponen de su parte, puede suponer un interesante mano a mano. Pues a pesar de haber desaparecido por completo la rivalidad en el toreo moderno, puede convertirse alguno de estos dos nombres en un reclamo para carteles venideros aun sin cerrar. Veremos si su actitud es la de quien quiere mandar o la de quien viene dispuesto a dejarse ganar.
Se medirán ambos a una corrida de D. José Vázquez, que a buen seguro será cómoda y de garantías. Es el ganadero colmenareño una apuesta segura para un cartel como este y buena prueba de ello son los resultados que viene cosechando en los últimos años en corridas de esta talla. Su procedencia Domecq vía Zalduendo, unas hechuras armónicas y no un toro excesivamente serio, vienen siendo sinónimo de éxito para un ganadero que, como curiosidad para quienes empiezan en esto, posee el hierro más antigua de España, aquel que luciesen los toros de Aleas. En forma de 9, el hierro hace referencia a las nueve colmenas presentes por aquel entonces en escudo de Colmenar Viejo, donde comenzó y sigue pastando la ganadería.
Así fue la tarde
De una tarde de toros pueden sacarse tantas conclusiones buenas como uno quiera. De la misma forma, de una tarde de toros pueden sacarse tantas conclusiones negativas como uno se proponga. Y es ahí, en las ganas y predisposición con que uno acude a la plaza, donde reside el quid de esta cuestión.
Cuando en la previa hablábamos de que Valdemorillo ha dejado claro que no pretende ser rastro de lo que fue, teníamos claro que en la tarde domingo las cosas iban a ser diferente a, por ejemplo, aquella corrida de Miura de hace unos años. Los que acudimos a la plaza, pagando nuestra entrada, nos sumábamos por tanto a este cambio. A sabiendas de que el toro, el rigor y todo lo que esto conlleva, serían diferentes a otros años. Allí acudieron junto a la media plaza que ocupase los tendidos aquel 2019, otra media plaza. Y entonces hubo un lleno aparente, que no vino sino a confirmar que la cómoda corrida de José Vázquez para Diego Urdiales y Juan Ortega, interesaba mucho más que aquella de 2019.
Surge entonces la predisposición. La de aquellos que quieren vivir algo con la misma importancia que en 2019, a sabiendas de que no será así. Y la de quienes vienen a ver el Valdemorillo de hoy.
Y con los tendidos a rebosar y la predisposición de cada cual por las nubes la no solo cómoda, sino en líneas generales descastada, floja e incluso mansa corrida de José Vázquez, en que se salvó uno manejable cuarto, dejó su momento de gloria a cada colectivo. Protestaron con alegría los de 2019 a muchos de los toros por su trapío y aclamó la estética faena al cuarto de la tarde la otra mitad. Aunque, a decir verdad, hubo momentos de esta, como un sensacional cambio de mano, que consiguió la unanimidad de la plaza. Y es ahí donde cobra sentido la fiesta.
Diego Urdiales vino a decir entre poco y nada, comenzando la temporada en el mismo estado de forma que puso fin a la anterior. Ni rastro de la capacidad y valor demostrada años atrás, quedando a raíz de esto, alejado del mucho arte que atesora. Y preocupa, porque no son pocos quienes le esperan, ni pocas las plazas que le están dando la oportunidad de cara a este año.
Juan Ortega abrió la puerta grande con una oreja del cuarto, tras dos pinchazos, al que cuajó aquello que puso a todos de acuerdo, y otra del sexto, al entró a matar demostrando una gallardía de la que hasta ahora no habíamos tenido noticia. Como si tuviese algo que demostrar. Como si de dar un golpe sobre la mesa se viese necesitado. Con el capote también escuchó olés, pero en este caso la predisposición fue la protagonista, pues ni el riojano ni el sevillano estuvieron a la altura de lo esperado.
En contaros lo demás ahorraré tiempo, pues no hubo mucho más que contar. Pero como uno de aquellos que acudieron en 2019 me gustaría compartir con vosotros dos reflexiones.
La primera es de Jesús Bayort: “La exaltación estética de Juan Ortega empaña su verdadero mérito: imponerle el viaje al toro, en lugar de aprovecharse del viaje del toro. Porque no es lo mismo marcar la inercia del toreo, que ser torero de inercias.” Pero por suerte o por desgracia, hay quienes viven de exaltaciones. Y que bonitas son a veces.
Y la segunda es personal: “El toro baja cuando la categoría de la plaza baja. La entrega del torero pasa a ser negociable cuando la categoría de la plaza baja. La exigencia del aficionado debe bajar cuando la categoría de la plaza baja. Y aquí, lo único que no baja, es el precio de las entradas.”
¡Nos vemos pronto!
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