Las Ventas -14/05/23- Toros de José Escolar para López Chaves, Fernando Robleño y Gómez del Pilar
Así fue la tarde...
Es llegar los grises y cambiar Madrid. Para bien y para mal.
Atrás quedan las exigencias y protestas de los sectores más reivindicativos de la plaza. En su lugar, surgen nuevos "núcleos duros" que comparten, viceversa, la parcialidad de dicho sector.
Y por supuesto, llega el cemento. Da igual que la ganadería fuese premiada el pasado año, que el interés de la tarde sea total, los claveles ya no cubren el 100% de los tendidos.
Y por todos ellos, lo siento.
Siento que el amor que muchos demuestran por Madrid no se vea reflejado en la parcialidad de sus actos; en la protesta de un quinto impresentable, en la devolución de un sexto inválido, en la exigencia hacia un torero de Madrid. Siento que el silencio de muchos las tardes de relumbrón se convierta en pitos las tardes en que la emoción y el peligro son de verdad notorias en el ruedo. Y siento, profundamente, que un buen puñado de abonados tuviese a bien cogerse como día de descanso la tarde de D. José Escolar Gil, que a la postre ha terminado por ser la más interesante en lo que va de serial.
La presentación de la corrida fue envidiable, a excepción de ese no protestado quinto, al que se le hizo la vista gorda. En lo que al juego se refiere, la corrida fue áspera y vendió cara su vida. Planteó pelea, demandó poder, pero destacaron dos toros que rompieron, cada cual a su forma. El segundo, en encastado, fue un toro por el que apostar, un toro que embistió con importancia y sabedor de lo que dejaba atrás. El tercero, más enclasado, tuvo ritmo y condición para cortarle las orejas. Un gran toro, de vuelta al ruedo, al que lo único que puede reprochársele fue que Gómez del Pilar no lo enseñase en varas, donde sí apuntó maneras.
En lo que a la terna se refiere, López Chaves fue quien menos apostó de los tres. Recibió el cariño de Madrid al terminar el paseíllo y cada una de sus faenas. Era el día de su despedida. Y si bien es cierto que le cayó en suerte el peor lote de la tarde, el mando y poder demostrado fue escaso. Y sin poner a funcionar ambos atributos, resulta casi imposible meter en el canasto un complicado Escolar.
Fernando Robleño, por su parte, dejó claro por qué es torero de Madrid. A la vez que el aficionado dejaba claro que Fernando Robleño es torero de Madrid. Cuajó una interesante faena al encastado segundo, al que moldeó a base de pelea durante una faena de tu a tu que terminó con un par de tandas de sometimiento por derecho que levantaron a la plaza de sus localidades. Eso es apostar y eso es conocer lo que demanda un toro. Por desgracia, volvió a fallar con los aceros. En el quinto anduvo el madrileño más ventajista, y en vistas de que su público no protestaba, aprovechó la ocasión. Vimos muletazos fuera de sitio, buscando el perfil y sin llegar a los niveles de poder demostrados en el segundo. Y si bien es cierto que ambos toros no tuvieron nada que ver, otro gallo hubiera cantado de ser otro el torero que hubiese planteado esta faena. O esa sensación nos dio a muchos, A pesar de todo calaron en el tendido la apuesta del torero y la transmisión del toro y un nuevo sainete con la espada, volvió a privar a Fernando de tocar pelo.
Gómez del Pilar, por su parte, volvió a dejar claro su gran momento de forma. Y es que a pesar de gozar del mejor toro de la tarde, no es fácil cuajar a uno de Escolar. Para muchos anduvo debajo del toro, para quien les escribe, quizá, de un toro diferente hubiésemos disfrutado en manos de otro. Entendió a la perfección los tiempos de un gran toro que quiso todo por bajo (a pesar de brindarle varios pases por alto, cuestionados en el tendido, pero con buen resultado), que desprendía clase a cada embestida, pero que dejó claro no ser la tonta del bote. No faltó el ritmo y de menos a más como los bravos, brindó un magistral final de faena con dos tandas al ralentí. La plaza dejó clara su intención del premiar al madrileño y tras una gran estocada y una muerte bravo, eso hicieron. Oreja. Y vuelta al ruedo. Protestada por unos pocos y solicitada por muchos, para un gran toro al que no se le enseñó en el caballo. Por desgracia, todo cuanto había cosechado se echó a perder en el sexto, un inválido con buena condición al que tapó subiendo el capote en banderillas y que el presidente no quiso ver. La faena de muleta dejó claro que no había forma y le dio muerte viendo como se escapaba la puerta grande. Ay si Madrid hubiese ayudado a devolverlo...
La tarde terminó con un regusto agridulce, después de ver como lo vivido en la primera parte de la corrida se emborronaba con tres toros mas lights. A pesar de ello volvimos a disfrutar de una gran corrida de Escolar a la que por poner un pero, nos hubiese gustado ver más en varas. Pero eso, en la mayoría de ocasiones, no es cosa de los bravos.
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