Las Ventas -24/05/23- Toros de Luis Algarra para El Payo, Román y Francisco José Espada


Así fue la tarde...

El baile de corrales es una de esas situaciones que, de forma obligada, termina por sucederse cada año en un ciclo tan prolongado como el isidril. Se activan entonces los mentideros, que anuncian rechazos y reemplazos por partes iguales, sin tener claro de donde vienen las noticias. Y es que sin actas públicas de los reconocimientos, no posee el aficionado ninguna información.

Este año, el baile, llegó a la decimotercera, con la corrida de Luis Algarra que previamente había sido expuesta en el Batán. Las fotos de los aficionados, el agua y el estrés hicieron de las suyas y lo que hace meses quedaba reseñado para Madrid, ya no era apto para la primera plaza del mundo.

Llegaron nuevos camiones, entre ellos uno de José Enrique de Valdefresno, para que final y sorpresivamente se aprobasen cuatro toros del hierro anunciado -entre ellos uno que el propio ganadero anunció como rechazado en las redes sociales- y dos de Montalvo. Quedaba entonces anulada cualquier opción de devolver la entrada para una de las dos corridas de menos expectación de la feria. Bendita casualidad.

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Sin tener del todo claro los veterinarios cual es el toro de Madrid, les comenta un confundido servidor que la corrida de Luis Algarra y Montalvo fue desigual. Y apta. En ella destacó un interesante quinto, que vendió cara su vida, y a excepción de los sosos primero y cuarto, fue una tarde potable.

El Payo, que llegaba a Madrid fruto de un acuerdo entre El Productor y un socio mexicano, demostró que en el mundo del toro las cosas no pasan porque sí. O no deberían. Desaprovechó una nueva oportunidad de entrar en el circuito español ante el lote más deslucido de la tarde. Y es que ni siquiera con su permisivo segundo fue capaz de llegar al tendido, ni dejar destellos de lo que demuestra al otro lado del charco.

Román, por su parte, dejó claro que se siente cómodo en Madrid. Allí le quieren, allí le cuidan y allí acude siempre que puede. Ejemplo de afición y conocimiento fue su faena al segundo de la tarde, un toro flojo y descastado al que no pudo apretar, pero que citó de largo y trató de templar con buen gusto. Ya con el quinto, un toro que apuntó maneras en el capote, decidió jugarse los muslos. Y es que lo que parecía un adversario propicio para el triunfo protestó cada muletazo, a veces incluso viniéndose por dentro. Apostó el valenciano, a base de verdad, poder y valor. Y a pesar de ser prendido cuando la faena llegaba a su fin, ganó. Oreja de ley. De las que se le cortan a un toro que plantea problemas tras encontrar soluciones y dejar una gran estocada.

Y con dichas lecciones previas, la actuación de Francisco José Espada pasó desapercibida para quienes acuden a la plaza en busca del toreo. Con su primero, le pidieron sus vecinos -y alguno más- una oreja tras una actuación tan inteligente como vulgar, en que abusó de transmitir al tendido a base de pases por la espalda, arrimones y pases tan estéticos como fuera de sitio. El presidente se mantuvo firme y no se prestó a colaborar con la causa. No digo que no sea lícita esta actuación, pero yo he visto a este torero en Colmenar hacer el toreo y se asemeja muy poco a lo que ha demostrado hoy. Ya en el sexto quedó claro que el problema no había sido el concepto ni el torero, sino las formas. Y es que nadie protestó un entregado comienzo de faena de rodillas. A partir de entonces la faena fue de más a menos, desinflando cualquier opción de triunfo a base de pases sin conexión con el tendido. En los instantes finales fue cogido, la cornada no le impidió continuar la lidia y dio muerte a su adversario. 

Una vez más, José Chacón hizo de las suyas durante la lidia del cuarto. Sensacional.

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Parte médico de F.J. Espada:







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