Las Ventas -21/05/23- Toros de Fuente Ymbro para Adrián de Torres, Juan Leal y Leo Valadéz
Así fue la tarde...
Sí fuese torero, me pediría la de Fuente Ymbro. Si fuese figura, me lo pensaría.
Y es que ser, año tras año, una de las ganaderías que más triunfos permite en plazas de primera, está bien; pero ser la que más está por encima de los toreros, hace que muchos se lo piensen a la hora de acartelarse con ella.
Y sin figuras que necesiten un triunfo, tiene el público de Madrid que ver como se acartelan tres toreros de la parte media-baja del escalafón con una de las corridas que más expectación levanta.
Por suerte, a veces, surgen las sorpresas.
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Seria, armónica, con opciones y complicaciones, volvió a cumplir una nueva corrida de los de Ricardo Gallardo en Madrid. Y por cumplir, lo hizo hasta en el caballo, donde la corrida fue pronta y varios de los toros se emplearon como mandan los cánones, o al menos, plantaron batalla. Destacó un interesante tercero, antagónico al impasivo sexto y dejamos por ver más de media corrida.
La buena actitud en las formas de Adrián de Torres y Juan Leal, no trajeron consigo una buena actitud en el ruedo. No, al menos, según Madrid. Y es que siempre es de agradecer que un torero se juegue la vida en ruedo -ese es el sentido de la fiesta-, pero no que sobrepase los límites de la razón. Al igual que bonito es que un torero exprese su forma de entender la tauromaquia -en la diversidad está el gusto- , pero respetando y entendiendo siempre la plaza en que se encuentra y el rigor de la misma.
Y si esto no se cumple, es imposible triunfar.
Contra un muro chocó una y mil veces Adrián de Torres en su primero, un toro que supo pronto lo que sucedía en el ruedo -en ocasiones por listo y en otras tantas por lo descubierto que quedaba el de Linares-. Se sucedieron los uys, que no los olés, y quedó muestra del valor seco del que goza este torero. Por desgracia no hubo rastro del gusto en la muleta que demostrase en Cenicientos y con lo que dejó ver en la lidia de este toro, a pesar de conectar con el público tras un par de percances, hubiese sido incomprensible que el presidente hubiese atendido la petición de oreja del público tras darle muerte.
La faena del cuarto, un toro de más opciones, estuvo llena de enganchones, que terminaron por afear una embestida que siempre dijo más de lo que se pudo ver.
Juan Leal cumplió con su concepto y volvió a ser rechazado por Madrid. Y no es que no sea lícito basar una faena en arrimones y circulares invertidos, es que una faena en la primera plaza del mundo exige mucho más. Al menos, si quieres triunfar. En la corta distancia y con enganchones se sucedieron ambas faenas, la segunda larga por demasía pues el toro, para colmo, embistió y aguanto el sopor que se sucedía entre los pitos y palmas de tango.
Y con estas, cuatro toros se intuyeron, pero no se vieron.
Con Madrid esperándole, tratar de sorpresa a Leo Valadez sea quizá algo obsoleto. Se presentó, gustó, ha repetido y ha cuajado de nuevo. Y es que el mexicano no solo tiene el gusto de engrandecer la lidia del toro en el capote con una gran variedad de quites (con gallosinas y zapopinas nos deleitó en este caso), sino que a la hora de tomar la muleta, hasta El Rosco le reclama de vuelta en su plaza. Cuajó a un interesante y encastado tercero, al que exigió y mandó desde el comienzo por el derecho. A la hora de tocar cambiar los trastos de mano, llegó la aspereza y de forma inteligente volvió a la senda que había calado en el público. Temple, colocación y buen hacer fueron rubricados con unas ajustadas manoletinas de rodillas. Estocada entera y oreja.
Con el sexto, por desgracia, la suerte fue otra. A pesar de apuntar maneras en el capote, donde dejó grandes momentos, se apagó temprano en la muleta. Trató de sacar lo que no había a sabiendas de que ahí estaba la puerta grande, pero fue imposible.
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A lo largo de la tarde destacó el "tirarse de frente" a "matar o morir". La humilde opinión de quien les escribe repudia semejante actitud y aboga porque la suerte suprema se realice como se debe, que no es sino respetando todas y cada una de sus partes. Y es que si uno no es capaz de mandar sobre el toro, o salirse de la cara del mismo, no debe jamás ser un triunfo, sino un fracaso.
Y por alto no podía pasar la actuación de grandiosos hombres de plata como Curro Javier, que lidió a las mil maravillas el primero; Marc leal, desmonterado tras banderillear al segundo; y de nuevo Curro Javier, pero junto a José Antonio Prestel, que hicieron lo propio tras bordar sus pares al cuarto. Recibió también una calurosa ovación Alberto Sandoval, que dejó dos grandes puyazos al sexto de la tarde.
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